En su última campaña, Grefusa ha intentado explotar el supuesto carisma de su mascota, Grefusito, utilizándolo como aval a la hora de lograr el reconocimiento por parte de su público. Se aumenta aún más este hecho teniendo en cuenta que el núcleo de la campaña es el 25 aniversario de esta mascota.

A pesar de esto, se ha intentado lanzar una campaña a mayor gloria de su mascota, pero de manera desafortunada. Grefusa, debido a su lineal de productos, tiene un público objetivo bastante concreto: jóvenes.

Este acercamiento es similar a las antiguas estrategias de vender cerveza poniendo mujeres ligeras de ropa sin ningún otro argumento de venta que el de "Eh, esa tía está bebiendo ESA cerveza. Creo que yo voy a hacer lo mismo a ver si me la ligo." AXE lo hace, sí, pero, lo de AXE es otro tema.

Lo mismo ocurre aquí. En vez de elaborar un argumento de venta o crear contenido relevante para el target, se va a lo fácil. La campaña se limita, una vez asociada la marca a la mascota, en asociar la mascota con ídolos del público objetivo. Así, a través de una especie de contaminación mágica por acercamiento, Grefusa obtiene los valores destilados por estos deportistas, superhéroes y demás.
Sin embargo, ya todo no es tan fácil como antes. Ya no puedes vender cerveza utilizando argumentos similares a los de cierta candidata a las municipales de Menorca. Los consumidores aprendemos, y ya no es suficiente haciendo asociaciones tan obvias. La comunicación de una marca debe aportar algo más que esa mera asociación, siendo relevante para un público que, en este caso concreto, tiene unas características psicográficas muy concretas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario